¿Qué síntomas presenta un paciente que acude a una consulta por várices? El síntoma más evidente que hace consultar al médico general, médico familiar o médico especialista (angiólogo) es el dolor de piernas; le siguen otros síntomas que pueden hallarse o no: pesadez, hormigueo, cansancio, calor, comezón, ardor, edema y, en ocasiones, calambres.

Puede haber uno o ninguno de estos datos y la persona padecer de insuficiencia venosa. Otros pacientes acuden a la consulta sin molestia alguna y sólo es por estética que solicitan la opinión del médico especialista en circulación o, de manera específica, especialista en venas (flebólogo).

Un grupo menor de sujetos que se presentan a la consulta tiene una complicación de las várices, como dermatitis (cambios de coloración de la piel con intenso prurito) al nivel del tobillo, una úlcera varicosa que puede variar de tamaño y localización, hemorragia de una vena varicosa o una “cabeza” de vena, o flebitis superficial (varicotromboflebitis) frecuentemente confundida con flebitis profunda.

De modo evidente, la persona ha tomado en consideración cualesquiera de las situaciones anteriores antes de consultar al médico. Antes de proponer algún tratamiento, se efectúa un examen general y metódico que incluye una historia clínica completa, con énfasis particular en:

  • Investigación de antecedentes patológicos (relativa a enfermedades previas).
  • Antecedente de intervenciones quirúrgicas y, en la mujer, estado ginecoobstétrico.
    Un estudio minucioso del sistema cardiovascular.
  • Tipo de medicamentos que se han tomado y se estén ingiriendo al momento de la consulta.
  • Intolerancia o alergias a algún fármaco que se remonte a bastante tiempo atrás.
    Diferentes tratamientos recibidos por algún trastorno circulatorio, de modo específico relativos a las várices.
  • Investigación sobre una posible flebitis profunda en los antecedentes

Exámen Básico

En compañía siempre de un pariente, de una enfermera o un asistente médico, el examen se práctica en las mejores condiciones posibles. Con una bata cómoda, el paciente conserva sólo la ropa interior; en posición de pie, sobre un banco especial, descubierto de los pies a la cintura con el fin de apreciar a simple vista las várices que puedan ser evidentes, así como su topografía (localización), grado de afección, alteraciones sobre la piel y posibles cambios en la estática (equilibrio).

Luego de la observación, se lleva a cabo la palpación de los trayectos varicosos en busca del origen de la insuficiencia venosa.