Algunos niños con autismo son ágiles escaladores y capaces de caminar a lo largo de orillas estrechas con un equilibrio perfecto y sin miedo; otros, especialmente aquellos que han sido diagnosticados con síndrome de Asperger, parecen más tímidos y pueden tener miedo de trepar.

Casi todos los niños con autismo son inmaduros en la forma de moverse; pueden no balancear los brazos adecuadamente al caminar y andar con la cabeza y los hombros inclinados hacia adelante.

Algo que se puede observar es que corren como si estuvieran simplemente sin ganas, con los brazos estirados; pueden subir o bajar escaleras parando en cada escalón cuando son lo suficientemente mayores como para alternar los dos pies.

Las malas posturas en el modo de andar, al estar de pie o sentados, se hacen más notorias conforme van creciendo, y todavía más en la adolescencia y en la edad adulta.

Los niños y los adultos pueden ser habilidosos y ágiles con los dedos, o por lo contrario pueden tener una mala coordinación. Tienden a hacer las cosas que quieren con rapidez y destreza y sus movimientos son torpes o desganados cuando se les pide que hagan cosas que no les interesan.

La mayoría de los niños y los adultos con autismo tienen problemas considerables con la educación física y los deportes. Muchos adquieren destrezas físicas que pueden ejercer individualmente, como nadar, montar a caballo y saltar en la cama elástica. Los problemas para los niños con autismo surgen en los deportes de equipo en los que tienen que coordinar sus movimientos con los de otros integrantes y también pueden tener dificultad en recordar las reglas.