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En nuestra experiencia como conductores todos nos hemos encontrado alguna vez, de manera inesperada, con las luces de un coche de policía. Se trata de uno de los momentos más estresantes que se nos pueden presentar en la carretera. Ya sea porque un auto de las fuerzas del orden nos haga señales para estacionar en el arcén o porque un Guardia Civil nos mande parar en un control, es difícil mantener la calma y que no surjan, de manera espontánea, sentimientos como la rabia, la culpa o la confusión.
La mayoría de las veces desconocemos el motivo real por el que un agente de tráfico nos ordena que nos detengamos. La primera norma de comportamiento debería consistir, por tanto, en no sacar conclusiones cuando ni siquiera conocemos las causas. Mantener la calma, y no comenzar a anticipar acontecimientos sacando cuanto antes los papeles de la guantera, es una opción inteligente.
Los oficiales de policía tienen un empleo y les importa bastante poco si estás cabreado porque te han dado el alto
No nos han enseñado qué actitud hay que adoptar ante un agente de tráfico, entre otras cosas porque no es un suceso que se nos debería de presentar de una manera habitual. Si ya has pasado por el trámite, pero tu comportamiento no te sirvió para evitar la multa, o si quieres estar prevenido en el caso de que te ocurra, no está de más tener en cuenta una serie de recomendaciones elaboradas por expertos en comportamiento, o meros conductores que supieron darle la vuelta a la tortilla, para salir lo más airosos posible y en las condiciones que más nos beneficien.
Controla el tono de voz
Casi con toda probabilidad nos vamos a sentir inquietos y a pesar de que queramos dar una imagen de tranquilidad, nuestra voz puede acabar delatando nuestro estado interior. Lo fundamental es dirigirnos al agente como lo haríamos como cualquier otra persona a la que otorgamos una autoridad (un juez, un médico, un maestro o nuestra propia madre). Si estás mascando chicle es el momento ideal para coger un papel y quitártelo de la boca.
Considera que los oficiales de policía tienen un empleo y les importa bastante poco si estás cabreado porque te hayan dado el alto. Después de pasar horas aguantando a otros tantos conductores que se han dirigido a ellos rozando el límite de la falta de respeto, cualquier salida de tono va a jugar siempre en nuestra contra.
Una conducta inadecuada puede hacer que una mera advertencia acabe derivando en una multa que podríamos haber evitado
Nos hallamos en un momento de obediencia. Por mucho que pensemos que el agente está equivocado con lo que dice, nuestra opinión va a importar bastante poco, pues, lo queramos o no, el poder de la situación recae por completo en él. Nuestras posibilidades se encuentran, por consiguiente, en saber interpretar bien el rol de sumiso.
Ningún agente va a cambiar su juicio porque nosotros acabemos perdiendo el nuestro. Nos toca tragar con lo que nos digan. Actuar de manera vacilante puede ocasionar también que el agente se sienta incómodo. Es importante darle confianza siguiendo todas las indicaciones que nos haga y permitiéndole que sea él quien lleve la voz cantante.
Deja las manos sobre el volante y da siempre una respuesta a todas las instrucciones, aunque sea con un simple “sí” o con un “vale”. Una conducta inadecuada puede ocasionar que una mera advertencia acabe derivando en una multa que podríamos haber evitado. Te advertimos, con todo, que por lo que respecta a las preguntas, puedes negarte a contestarlas si las mismas solo van a servir para sacar a la luz algún dato que puede jugar en tu contra. En ese caso te recomendamos responder con la educada fórmula de “prefiero no contestar a eso”.
No cuentes mentiras
En tus años en la universidad demostraste en el grupo de la facultad ser un actor maravilloso. Sabes utilizar tu memoria afectiva y ponerte a llorar como una Magdalena para que tus lágrimas conmuevan a tu público. Puedes decir incluso que tenías prisa porque acababan de ingresar de urgencia a un familiar tuyo… No obstante, por mucho que confíes en que dichos papeles han funcionado a las mil maravillas en otras circunstancias, te avisamos, por si no lo sabías, que los agentes tienen formación y experiencia suficiente para detectar con facilidad las mentiras.
Después de miles de multas puestas a otros tantos conductores, los policías se las saben todas. Confiar tu salvación a un embuste puede acabar en que el agente se cabree, y que la sanción leve que tenía pensado ponerte, se convierta en una falta con repercusiones mayores. Mejor, por tanto, que no juegues con fuego.
Respeto ante todo
Estas lidiando con hombres y mujeres que se están jugando el tipo en las carreteras todos los días. Como cualquier otro trabajador, a los agentes de tráfico les encantaría no tener que entrar en conflicto con los sujetos con los que tienen que tratar. Por desgracia, su ocupación es precisamente esa y no posees ninguna característica especial que vaya a evitar que no se fijen en ti si cometes una infracción.
Dar el alto y poner multas es para ellos una formalidad, un trámite burocrático (imagínate si se tuvieran que sentir culpables por todas las sanciones impuestas cada día).
Considera que quien en un momento dado es tu antagonista es, en otras circunstancias, tu ayudante. No está de más recordar que los agentes de tráfico están para asistir en un accidente, para ayudarnos con una avería o para echarnos una mano en cualquier otro tipo de percance que pueda ocurrir en la carretera.
Conducir es un hecho social donde el respeto se demuestra acatando las normas, en deferencia a la seguridad del resto de usuarios de la calzada. Puede ser que, consciente o inconscientemente, te hayas saltado lo que señala el código, pero es básico que no vayas además de orgulloso. Los agentes son el factor que garantiza que las reglas se cumplan, y sin ellos, en un ambiente tan codificado como el del tráfico, la circulación sería más caótica y complicada de lo que ya lo es hoy en día.