Aunque a veces llegan a nuestra vida dolencias o patologías de las que no somos responsables, sí que podemos ayudar a nuestro cuerpo a no desarrollar ciertas enfermedades provocadas por la inmunidad de nuestro sistema de defensas.
Comer mal y a deshoras, no beber suficiente agua, llevar una vida con estrés y ansiedad, así como dormir poco y sobre todo entrenar demasiado, dada la nueva moda de los ‘runners’, puede provocar una bajada de defensas y con ella, una puerta de entrada a enfermedades e infecciones.
Nadie duda que comenzar a hacer deporte y entregarse a él con pasión es algo saludable, pero la preparación y la intensidad pueden hacer que este esfuerzo por llevar una vida mejor se vuelvan en nuestra contra.
¿Cómo puede ocurrir? Muy sencillo. El ejercicio físico moderado estimula la respuesta de las células inmunitarias, haciendo que el cuerpo esté mejor preparado para combatir infecciones.
Pero quien entrena con mucha intensidad debe saber que tras la jornada deportiva se sigue un periodo de tres o cuatro horas durante las cuales los linfocitos del sistema inmunitario están deprimidos y esto facilita la entrada de algunos microorganismos dañinos para nuestro cuerpo.
El problema es que el deportista siga ejercitándose cuando ese microorganismo ha entrado pero no ha manifestado sus síntomas, algo que provoca que se multiplique la rapidez con la que se desarrolla la enfermedad.
Es por esto que hay que ayudar al sistema inmunológico para no exponerlo a estos riesgos manteniendo una dieta equilibrada y un peso adecuado, algo que afecta de forma directa al funcionamiento de las células.
En el momento en el que el entrenamiento provoque sensación de falta de energía, excesivo cansancio y agotamiento, hay que revisar nuestro estado general para descartar estar desarrollando algún tipo de infección.
También se ayuda al cuerpo entrenando al aire libre y alejando a los pulmones tanto de los gimnasios, donde también puede haber focos de infecciones debido a la acumulación de personas, como de los lugares contaminados por el tráfico, buscando zonas verdes.
Tomar algunas precauciones como por ejemplo abrigarse inmediatamente después de entrenar, así como lavarse las manos de forma frecuente, dormir lo suficiente y estimular la circulación con duchas de agua fría y caliente ayudan al cuerpo a estar fuerte ante el ejercicio intenso.
Son solo algunas recomendaciones saludables que deben estar acompañadas de una práctica deportiva adaptada a la edad, a las condiciones del corredor y a su tiempo disponible, con objetivos reales y alcanzables, para no saturar ni entrenar en exceso el cuerpo.