Me da verdadero pánico titular empezando por un “Cómo”. Si te ocurre lo mismo que a mí, te tomarás este escrito como lo que es: una sugerencia a la que las modas le dan igual, pero que constata que lo que en él se escribe es tendencia. Un artículo con ideas, no imperativos; un artículo, en fin, para que leas y luego investigues por tu cuenta.

Pero si te tomas estas líneas, escritas por un profano (más o menos) en la materia, como una orden como un “esto es así, asá y asao”, lo que puede pasar es que digas que a ti nadie te da órdenes, que para eso te hiciste tu propio jefe, y te vayas otro que empiece por “Siete ideas para”, o algo así, perdiéndote lo que aquí te ofrecemos, que no imponemos.

Ahora sí: vamos con el tema de elegir el mobiliario de oficina. Y quiero dejar claro que la única norma válida es que debes elegir pensando en tres personas o grupos: el mobiliario será el ideal, de un lado, para quien lo vaya a utilizar; de otro, si es el caso, para el cliente o inversor que visite tus dependencias; y, finalmente, para ti, que para eso lo pagas.

Ocho horas diarias

Empezamos por quien va a usar los muebles durante ocho horas al día, incluido tú, el empresario que invierte en ellos. La mesa, la silla, los ficheros… deben adaptarse a la naturaleza del trabajo:

No es lo mismo pasarse ocho horas sentado, con una pausa de diez minutos para tomarse un café, que tener la mesa como lugar donde depositar los papeles mientras corremos de un departamento a otro.

De esta forma, mientras que en el primer caso haremos hincapié en la ergonomía y en el que el lugar de trabajo sea cálido y acogedor –tanto como pueda serlo-; en el segundo nos centraremos en que los colores, los brillos y las texturas, de algún modo “activen” al usuario.

Somos lo que ven que somos

El segundo pilar en el que conviene fijarnos es, decíamos, el cliente o el inversor que, llegado el caso, visite las oficinas. No es tanto responder a los gustos personales de quien nos va a pagar cuanto dar la imagen de qué es y qué vende la empresa. De nuevo, dos ejemplos dejarán el caso mucho más claro:

Vamos a suponer una empresa que se dedica a la importación y exportación de bienes de lujo ¿Un cliente confiaría en ella si, al entrar, viera unas mesas de metacrilato rojo retroiluminadas? Es posible, sí, pero probablemente, por el tipo de persona que suele consumir bienes de lujo, es más fácil que confíe en quien le ofrece un asiento de cuero ante una mesa de caoba.

Por el contrario, el hipotético inversor de unan empresa punto com. de juegos online, digamos, difícilmente se va a llevar la impresión de que un sitio de cuero y maderas nobles está al tanto de las últimas tecnologías. Al menos no tanto como si lo sentamos cómodamente entre colores brillantes y atrevidos.

La última palabra

Finalmente, que no menos importante, el tercer pilar a la hora de elegir el mobiliario de oficina eres tú. Tú, que no sabrías decorar siquiera tu casa con armonía, has de amueblar una estancia para que satisfaga a todos.