Estudiar Periodismo es apasionante. Es una carrera muy completa, donde te enseñan un poco de todo. Mientras estás en el limbo de la universidad parece que te vas a comer el mundo y te aplicas con asignaturas tan dispares como “ética periodística” o “relaciones internacionales”. Y si la carrera es enriquecedora, ya no digamos lo que puede ser ejercer la profesión. Eso sí, estaría muy bien que alguien nos advirtiera de ciertas cosas  antes de que la universidad nos vomite a la calle para que nos busquemos la vida.

Algunas de estas cosas son:

  • El duro proceso de abrirse camino . Cada año salen al mercado laboral unos 2.000 periodistas provenientes de las facultades de nuestro país. Todos ellos muy preparados y con ganas de comerse el mundo, pero ese mundo no está concebido para absorber tanto licenciado
  • Incertidumbre e intrusismo laboral: la situación cada vez más precaria de los medios de comunicación ha hecho que nadie esté a salvo del despido
  • La figura del becario está prostituida. Así, lo que antes eran unas prácticas ligeramente remuneradas para acumular una experiencia de unos meses, ahora se ha convertido en la mayoría de casos en trabajar por la patilla, incluso directamente hacer sustituciones, durante un tiempo indeterminado en el que la empresa se ahorra un sueldo y gana a un trabajador del que puede prescindir cuando quiera

Pese a estos hándicaps, ¿se puede vivir del periodismo? Por supuesto. ¿Cómo? Bajo mi punto de vista sólo hay un camino: la especialización y trabajar la red de relaciones profesionales. Dedica el tiempo que haga falta a observarte, a ver en qué eres realmente bueno y, sobre todo, qué es lo que te motiva. Si lo descubres, céntrate en eso y prepárate a conciencia. Piensa que como tú hay muchos, reflexiona sobre cuál es tu valor añadido y continúa formándote por tu cuenta. Además no descuides tu red de relaciones profesionales, porque de ahí es de donde saldrán las oportunidades laborales. Tal y como indica Carlos Bravo en su magnífico blog Marketing de Guerrilla en la Web 2.0, ser constantes y convertir nuestros retos en rutinas es la forma de alcanzar nuestros objetivos.