Para todo tipo de padecimiento, a lo largo de la historia del hombre, ha existido diversidad en lo que a curas y remedios se refiere, y cuando el padecimiento del que se habla es la diabetes, no es la excepción. Pero, sin importar la naturaleza de la enfermedad o condición, es común que personas fuera del ámbito médico y que no poseen conocimientos o aptitudes específicas, particulares o sobresalientes sobre el padecimiento, ofrezcan remedios caseros y otros métodos alternativos de tratamiento para la diabetes y otras enfermedades.
Prácticamente no hay una sola persona que no haya escuchado por lo menos una vez en su vida en algún evento social, convivencia familiar o encuentro casual diferentes remedios o soluciones que conocidos, amigos o familiares ofrecen para mejorar la condición de salud de un paciente, remedios y soluciones que no necesariamente tienen una base sobre la cual fundamentarse y mucho menos ofrecen resultados realmente efectivos.
Pero el verdadero inconveniente con algunos de estos métodos alternativos y remedios caseros que se divulgan y practican, a veces frecuentemente, es que algunos no solo son inútiles y no proporcionan beneficio alguno, sino pueden empeorar la condición del paciente y poner en riesgo la salud de la persona.
Es justo por lo anterior que el equipo multidisciplinario de Obesidad y Diabetes se ha dado a la tarea de analizar y clasificar los remedios, fórmulas y métodos alternativos más comunes para tratar la diabetes en tres grandes grupos, de manera que los pacientes sepan un poco más al respecto, no pongan en riesgo su salud y, por supuesto, no abandonen el tratamiento médico asignado por el especialista.
El primer grupo puede decirse que se trata de las recomendaciones y remedios que se dan entre personas que tienen conocimiento sobre el tema, ya sea porque son pacientes o alguna persona cercana lo es y por ello han estado en contacto con el proceso de tratamiento y cuidado de una persona diabética y tienen un conocimiento relativamente fundamentado en hechos y resultados al respecto, por lo que se trata de remedios que ofrecen un cierto beneficio, pero no son un tratamiento para la diabetes completo como tal.
Un claro ejemplo de esto es el siguiente: entre personas que padecen esta enfermedad, es común que se recomiende constantemente el consumo de una gran cantidad de agua con el objetivo de reducir la hiperglucemia. Es cierto que beber bastante agua ayuda al paciente para que la glucosa contenida en la sangre sea eliminada con mayor facilidad y rapidez, es decir, ayudar a los riñones a eliminar la glucosa sobrante, sin embargo, las personas diabéticas tienen una deficiencia metabólica que impide que esta tarea se realice de manera adecuada, por lo que beber agua ayuda, pero no tanto como lo hace la insulina, por ejemplo.
En otras palabras, beber mucha agua ayuda al paciente diabético, pero desde ninguna perspectiva es una solución para la hiperglucemia. El segundo grupo de métodos alternativos engloba todas aquellas recomendaciones, consejos y remedios que pueden tener alguna base teórica, médica o científica, pero que ha sido distorsionada al pasar de boca en boca o de paciente en paciente, por lo que se convierten en soluciones casi exóticas que no aportan beneficio alguno al paciente, pero tampoco le perjudican.
Un ejemplo de este tipo de recomendaciones es el supuesto remedio de emergencia para la hiperglucemia que consiste en que el paciente tome un baño o sea bañado con agua caliente justo después de haber recibido su dosis de insulina. La supuesta razón científica para esto es que el agua caliente produce vasodilatación, sobre todo en los vasos periféricos, aquellos que están cercanos a la superficie o piel, y como consecuencia se acelera de manera considerable la absorción de la insulina.
Esta opción realmente no tiene efecto en todas las personas, pero en aquellas que sí se nota alguna reacción, esta puede ser imprevisible y, aunque ciertamente no llega a ser dañina, es desaconsejable realizar este tipo de prácticas para evitar cualquier posible efecto negativo como absorción incontrolable de insulina. El tercer grupo de métodos alternativos de tratamiento para la diabetes es el más peligroso y, por obvias razones, no se recomienda bajo ninguna circunstancia la práctica de alguno de estos remedios, pues sus consecuencias pueden ser muy graves.
Se trata de soluciones y remedios que no cuentan con la más mínima base médica o científica y, por supuesto, en la práctica tampoco existe un solo hecho o resultado que avale su confiabilidad o efectividad, al contrario, en muchos de los casos se trata de prácticas en las que se ha confirmado e incluso documentado que su aplicación pone en riesgo la salud de los pacientes diabéticos.
En general, en este grupo se engloba la gran mayoría de soluciones milagro, supuestos medicamentos que son mucho más efectivos que cualquier tratamiento médico y que incluso pueden curar la enfermedad, pero lo ciertos es que se trata de compuestos, soluciones, sustancias o drogas que, en el mejor de los casos, no ofrecen algún beneficio o bienestar, pero que en muchos otros pueden tener efectos secundarios nocivos y bastante perjudiciales para la persona.
En resumen, se puede decir que los remedios alternativos que se encuentran en el primer grupo no son dañinos, tampoco están necesariamente prohibidos y algunos incluso pueden complementar el tratamiento médico y ofrecer algunos beneficios, pero no pueden ser considerados como una solución al padecimiento. Los métodos del segundo grupo, por su parte, tampoco llegan a dañar o perjudicar a la persona, en la mayoría de los casos, pero no ofrecen el más mínimo beneficio, por lo que se recomienda no considerarlos de manera seria.
Finalmente, cuando se presenta una alternativa del tercer grupo es recomendable, casi de forma literal, huir de la persona que ofrece dicho remedio, ya que se trata seguramente de alguna sustancia, compuesto o método que no beneficia al paciente diabético y además puede perjudicar algún órgano o sistema, al grado de poner en riesgo su salud y su vida.
Desde luego, para mayor seguridad, es necesario que ante el surgimiento de cualquier alternativa no ofrecida por personal profesional en la materia, el paciente y sus allegados se informen con el médico al respecto y así puedan saber si la alternativa ofrecida puede proporcionar algún beneficio o si definitivamente debe ser olvidada debido a su alto grado de riesgo.