Hay gran cantidad de personas acostumbradas a sus várices, pero el autor está seguro que la enfermedad varicosa no se acostumbra a vivir tranquila en el paciente; ella sigue su curso, evoluciona y se agrava cada vez más.  Dejar continuar las várices es simplemente aceptar que las lesiones se vuelvan más graves.

La salud no es sólo un derecho para el ser humano; es también un capital precioso que, para conservarlo, requiere de ciertos cuidados y sacrificios y de respetar ciertas reglas de vida, que una vez perdidas se reconquistan difícilmente y no siempre de manera segura.

Algunos pacientes no aceptan de principio la enfermedad y de ahí la primera dificultad para encontrar una solución. Negar que se está padeciendo de várices no hace sino retrasar su tratamiento. Es cierto también y da tristeza escuchar a ciertas personas decir: “¿ya para qué me trato? He vivido toda la vida con este problema. Es parte de la cruz que me fue asignada, además, ya estoy vieja y para los días que me faltan…”, etcétera. Quizás estas personas tengan razón, pero la posición como médicos es diferente. No se obtendrá nada sin algunos esfuerzos, y el primero de ellos es sólo psicológico y consiste en aceptar que ese padecimiento no permite al paciente desarrollarse como una persona cuya circulación sanguínea sea normal, es decir, sin várices.

Si el paciente espera un poco más de tiempo pensando que todo se arreglará por sí sólo, sin darse cuenta está cometiendo un grave error. Para las várices no tratadas no hay alternativa: la agravación se constata en todos los casos y, ésta se acentúa con el paso del tiempo, por esto seguiremos afirmando: las várices son una enfermedad evolutiva.

Hay que luchar contra ellas o por lo menos, estabilizar el problema presente para lograr alivio. Hay que tener confianza; el médico tiene los medios necesarios para mejorar esta alteración de modo considerable.

Por otro lado, se sugiere tomar en cuenta los avances de la medicina que en esta rama han sido sorprendentes en los últimos 30 años; avances que permiten ofrecer al paciente una mejoría que supera el 95% de los casos con buenos resultados en cuanto a las várices se refiere. Hay una formación académica y profesional completa en todos los especialistas en venas; ellos con seguridad ofrecerán la confianza necesaria para eliminar la insuficiencia venosa. Considérese que el tratamiento de las várices en su fase aguda o crónica así como de la insuficiencia venosa se basa en tres grandes pilares que son: escleroterapia, intervención quirúrgica y contención-compresión.