Barreras a las que llamamos tradición

En España respetamos la verdad histórica, esa que dice que unos señores del lejano oriente siguieron a una estrella fugaz para adorar al niño nacido del vientre de una mujer virgen. Aunque el papa Benedicto XVI anunció que los Reyes Magos de Oriente quizás eran más de occidente porque según él venían de Andalucía. Lo que sí sabemos con exactitud es que Baltasar, el rey negro, era en realidad un blanco maquillado para la ocasión. Cuentan también los libros de historia que estos pintorescos personajes, en su camino a Belén, lanzaban caramelos y juguetes a los niños y señoras mayores, que guardaban su botín en paraguas. Pero si algo deja claro la historia es que estos hombres, hace 2016 años, llegaron al portal en carrozas de luces LED. Y el dato definitivo: todos los historiadores están de acuerdo en que los Reyes Magos no eran reinas y en que Manuela Carmena es una radical muy peligrosa que quiere pervertir las mentes de los niños.

Y es que dicen en Madrid que las reinas son para el carnaval y que en la cabalgata de Reyes, como toda la vida y como su propio nombre indica, lo que hay son reyes. ¿En qué estaba pensando Manuela Carmena cuando propuso que este año se incorporaran reinas a las cabalgatas de dos distritos? ¡Bolivarianos! O eso es lo que supongo que pasó por la cabeza de Esperanza Aguirre que, indignadísima, salió a defender a los pobres niños. Que la navidad es para las pobres criaturas, que no entenderían que una señora les saludara desde la carroza de Bob Esponja, las tradiciones mandan que tienen que ser hombres los que hagan eso. Desde Ciudadanos no quisieron meterse en la dicotomía hombre/mujer y comentaron que no era el mejor momento para meterse con las creencias religiosas, el Vaticano dice que los reyes son reyes y no reinas (al igual que las peras son peras y no manzanas, recordad).

No sé qué excusa intentarán sacarse ahora de la manga, ya que hace unos días el papa Francisco recibió a unos magos de oriente entre los que se encontraba una niña. Supongo que continuarán aludiendo a las tradiciones, algo que parece tener más peso en España que la lógica y el contexto social. Sí, señoras y señores detractores de las reinas magas, les recuerdo que vivimos en el siglo XXI y la igualdad de género es un derecho, aunque se practica de manera limitada. ¿Qué entienden ustedes por igualdad de género? Lo digo porque a mí me suena a que tanto hombres como mujeres tienen los mismos derechos y que, además, pueden intercambiarse los papeles. Hoy en día no debería ser raro entrar a una oficina y encontrarse a una directora general con un asistente hombre, no debería ser raro que una mujer fuera la jefa de cirujanos, no debería ser raro que una mujer ocupara un rango elevado en el ejército, no debería ser raro que una mujer fuese piloto de avión y un hombre auxiliar de vuelo, no debería parecernos algo poco habitual que una mujer fuese la presidenta de un país. Sin embargo, aunque queráis negarlo, estoy segura de que si os encontrarais con alguna de estas situaciones os parecería cuanto menos curioso. Bueno, puede que en el ámbito médico estemos más acostumbrados a ver mujeres, pero casi podría afirmar que si volarais en un avión pilotado por una mujer os parecería algo digno de comentar con alguien: “¿Sabes que la piloto de mi avión era una mujer?”. Y no estoy diciendo que os pareciera mal que una mujer fuera a los mandos del avión, simplemente es una situación chocante porque no estamos acostumbrados a ella, porque no es algo frecuente, porque desde pequeños hemos visto que son los hombres los que se encargan de esas tareas.

Recuerdo cuando descubrí que existían hombres que eran amos de casa, ¿cómo podía ser eso? Toda la vida el hombre ha sido el que ha trabajado y la mujer la que ha cuidado de la casa. ¿O no es eso lo que nos venden de pequeñas cuando nos regalan una cocinita y a nuestro hermano un maletín de herramientas? Nos han presentado desde pequeños roles preestablecidos, han erigido una barrera entre los hombres y las mujeres que parece insalvable, pero que es muy fácil de eliminar. La solución radica simplemente en no hacerle creer a los niños que esa barrera existe. Porque, ¿qué son las tradiciones sino barreras culturales? Haz que los niños vean reinas magas todos los años en la cabalgata del 5 de enero y harás que no les parezca algo extraño.