Detectar nuestro tipo de acné

La aparición de acné en la edad adulta, es un problema cada vez más común en las mujeres de 30 a 40 años de edad.

En este rango de edad debemos saber identificar por el comportamiento de nuestra piel si el acné que padecemos es debido a desajustes hormonales o si es debido a los cosméticos que aplicamos en nuestra piel, lo que se conoce como “acné cosmético”.

El acné hormonal es relativamente sencillo de detectar. Suele presentarse en la zona de la mandíbula, parte inferior de la cara y cuello. No suele verse en frente, nariz, o mejillas. También tiene un ciclo de aparición y mejora acorde con el ciclo de la mujer, alcanzando su momento álgido (donde peor tendríamos la piel y más imperfecciones detectaríamos) en los días de ovulación. Suele percibirse mejoría en los días posteriores al fin del sangrado.

Este tipo de afección cutánea suele tratarse de forma natural con reguladores hormonales como el aceite de onagra o extracto de salvia, que actúan suavizando y normalizando el ciclo hormonal y su sintomatología (no solo acné: hinchazón, migrañas asociadas, alteración del estado de ánimo, exceso de sangrado, dolor menstrual, etc).

Si por el contrario, nuestro acné tiene otro perfil en la edad adulta, deberíamos echar un vistazo a nuestros cosméticos y comprobar si alguno de ellos nos pueden estar causando este problema.

Cómo es el acné cosmético

El acné cosmético a veces reside en un solo ingrediente, o en un solo cosmético, pero en ocasiones no lo podemos asociar porque no es instantáneo (si aparece al poco de aplicar un nueva crema o maquillaje, suele tratarse más bien de una reacción alérgica, y cursaría con hinchazón, enrojecimiento y granitos que pueden llegar a picar).

Este acné no aparece de un día para otro: suele manifestarse con el paso del tiempo y el uso continuado de este producto o conjunto de productos, porque requiere cierto tiempo para desarrollarse. Y puede continuar durante un tiempo, aún dejando de utilizar ese producto que lo causaba, porque la piel necesita estabilizarse.

No obedece a una irritación o reacción adversa superficial, sino a un rechazo de la piel en las capas más profundas. Normalmente suele darse en productos que taponan y ensucian el poro, lo cual puede manifestarse en forma de puntos negros, poros dilatados o falta de luminosidad en pieles normales, o en brotes de acné en piel mixta o grasa.

Dado que la relación entre cosméticos y acné no es inmediata, no siempre solemos darnos cuenta de su origen, y en ocasiones lo agravamos más tratando de camuflarlo con correctores y maquillaje que acaban taponando más en poro y no dejando respirar la piel.

Causas del acné cosmético

El maquillaje es uno de los grandes enemigos de la piel, no solo porque los pigmentos ensucian en poro, sino porque contienen muchos agentes (sobretodo los de efecto matificante o de larga duración) que secan la superficie de la piel. La piel, al sentir sequedad en su capa más externa estimula la producción de sebo para hidratar, pero como algunos poros están parcialmente taponados, se genera una inflamación y al tiempo, el granito aflora.

Pero no solo el maquillaje es el culpable, las cremas y jabones también contienen ingredientes como las siliconas o parafinas que la industria cosmética utiliza como “engordantes” y “texturizantes” de sus productos, que nos proporcionan sensación de suavidad e hidratación ficticia, y que solo crean obstrucción de poros e irritación en las pieles más delicadas.

Incluso cremas específicas para el acné pueden contener estos componentes. Por eso es tan importante ser consciente de los ingredientes de los cosméticos y optar siempre por aquellos que nos garanticen la mínima cantidad de químicos. Es muy común en los tratamientos específicos para pieles acneicas, incorporar cantidades ingentes de alcohol (alcohol denat, en concreto, que es el más agresivo), con el afán por SECAR la piel y SECAR las imperfecciones.

Tanta sequedad es contraproducente. El alcohol es un ingrediente que siempre debemos encontrar en la parte final del listado de ingredientes, como conservante, pero no en la parte superior del listado como ingrediente activo, porque, como ya hemos comentado, nuestra piel reacciona adversamente, y genera más sebo. Creamos reacciones innecesarias de compensación de lípidos en la piel, en lugar de aprender a regularla con suavidad. Esa respuesta de exceso de grasa, puede generar otro nuevo brote, que intentaremos secar de nuevo y vuelta a empezar.

Soluciones para este tipo de acné

La cosmética dirigida a piel adulta con problemas de brotes de granitos o acné, debe de ser respetuosa con piel.

La limpieza será necesaria (como en todas las pieles) pero de forma más concienzuda. A diario, con jabones suaves: mejor los que son libres de “jabón”, es decir, sin sulfatos. Los sulfatos son agentes espumantes que limpian de forma agresiva y pueden llegar a irritar la piel si la tenemos sensible (con granitos enrojecidos).

Después de la limpieza SIEMPRE hay que hidratar la piel. Las pieles con imperfecciones a menudo le quitan importancia a mantener la piel hidratada porque piensan que dejar de hidratarla solucionará el problema. La crema hidratante debe de ser adecuada para nuestro problema, no comedogénica y libre de todos los componentes químicos que mencionamos arriba.

La cosmética natural nos ofrece tratamientos dejan respirar la piel, la limpian, la nutren y la equilibran.

  • Jabones libres de sulfatos (SLS): limpian con suavidad pero no agreden ni resecan.
  • Fluidos equilbrantes libres de químicos: con base de agua termal y aceites esenciales que regulen la piel y a la vez la recarguen de agua, para que no tenga que producir grasa en compensación.
  • Aceite de árbol del té: se puede aplicar directamente con un bastoncillo sobre los granitos enrojecidos para bajar la inflamación y desinfectar la zona. Pero la forma más eficaz de usarlo es como preventivo, a modo de tónico (unas gotas sobre el algodón humedecido con agua, o agua floral) tras nuestra limpieza, aplicar a toquecitos y posteriormente nuestra crema.
  • Arcilla verde: la arcilla verde purifica las capas más profundas de la piel y a su vez, remineraliza los tejidos. Elimina toxinas y limpia los poros, por lo que previene los futuros brotes. Se debería aplicar en pieles problemáticas 1 vez a la semana, una capa ni muy fina ni muy gruesa, y dejar de 10-20 minutos hasta que se seque. Retirar con agua tibia y movimientos circulares para ejercer a su vez un pequeño barrido de las células muertas. Tras esta mascarilla es imprescindible hidratar bien la piel, con nuestra crema o con un aceite apto para nuestra piel.
  • Aceite de jojoba: El mejor aceite hidratante para estos casos. Recomendamos usarlo como “crema” de noche. El aceite de jojoba hidrata profundamente y es el único aceite que ejerce una acción equilibrante, cero grasa, porque está formado por ceramidas. Muy aconsejado en pieles grasas y mixtas.