Antes de todo, me gustaría remarcar la diferencia entre juego de mesa y juguete. El juego es una actividad en la que los participantes siguen ciertas reglas, se divierten, disfrutan, aprenden y comparten esa vivencia entre ellos. El juego está en la naturaleza del ser humano y es esencial en la infancia. El juguete es un objeto para jugar y entretenerse. Parecería que no hay mucha diferencia, pero sí la hay. Un juego requiere cierta actividad mental y/o física, tiene un objetivo final y desarrolla ciertas capacidades. Un juguete normalmente no hace eso (aunque hay juguetes que sí que lo hacen y también son importantes en la vida de un niño). Un rompecabezas, un juego de mesa (parchís, ajedrez, monopoly…), una petanca… son juegos. Una pelota, una muñeca, un cochecito… son juguetes. Tanto los juegos como los juguetes son esenciales en la vida de un niño. Gracias a ellos, aprende, se divierte, juega, disfruta, comparte… vive la esencia de un niño.

El juego de mesa, juego familiar, o como prefiráis llamarlo, es también un aprendizaje que se realiza desde pequeño. Si se le enseña desde pequeños que tienen que jugar solos, de mayores, lo normal es que querrán seguir jugando solos, que es como han aprendido que se hace. No se puede pretender que, mientras jueguen a juegos más “infantiles” jueguen solos y cuando tengan más edad jueguen con nosotros de buenas a primeras (la mayoría de juegos de adultos son a partir de 8 años). Realmente no existen juegos infantiles para que jueguen en solitario. Siempre tendremos que estar acompañándoles, aunque el juego sea para un solo jugador, será mucho más divertido para ellos si estamos acompañándole y jugando con ellos. Es de esa forma que, según vayan creciendo, querrán jugar a juegos de mesa con nosotros. Eso sí… si nos gustan los juegos. Así que, por muy aburrido que nos parezca, por muy sencillo que sea un juego para un niño de 2 años… jugad con vuestro hijo, participad en su juego y disfrutadlo al máximo.