Hasta ahora no se sabía el motivo, pero un estudio en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford de Estados Unidos ha sacado a la luz que los genes del sistema inmune de hombres y mujeres se comportan de forma distinta.

Los genes no siempre están activados. Hay algunos que se activan y después se apagan, otros que siempre están en funcionamiento y algunos que pasan años apagados. Aquellos que se activan y desactivan son los que más se relacionan con la actividad del sistema inmune.

En hombres y mujeres, estos genes se activan y se desactivan de forma muy diferente. Este estudio ha observado a doce sujetos, de los que ha analizado muestras de sangre para ver cómo actúan los genes en cada individuo.

De estas muestras de sangre se ha prestado especial atención a las células T, que son un componente muy importante del comportamiento del sistema inmunológico.

Este estudio ha puesto sobre la mesa que un 7% de los sujetos estudiados tiene genes que responden a distintos patrones para activarse o desactivarse de forma continua a lo largo de toda su vida.

Además, uno de los factores que más afectaba a los genes para activarse o desactivarse es si el sujeto era hombre o mujer. Los investigadores atestiguaron que esta era la característica que más afectaba a los cambios por encima del resto.

Por lo tanto, estiman que veinte de los treinta genes más importantes del sistema inmunológico actúa de forma diferente según si alguien es hombre o mujer.

De ahí se deriva la gran diferencia que hay en la incidencia de enfermedades como el lupus, la artritis reumatoide o la esclerodermia entre hombres y mujeres.

Este tipo de investigaciones ayudan a estrechar poco a poco la incidencia de estas terribles dolencias, para poder encontrar en un futuro una forma de prevenir su padecimiento o al menos, de reducir sus efectos en la vida de las personas.