El estrés hace referencia a los cambios físicos y psicológicos que se producen en el organismo, para dar respuesta a una situación amenazante. El estrés cumple una función de supervivencia, aunque la respuesta de estrés mantenida en el tiempo daña el organismo.
Ante una situación estresante el organismo se activa, concentrando toda la energía de la que dispone en los sistemas decisivos para hacer frente a la demanda. Por ejemplo, se moviliza rápidamente la energía almacenada, la glucosa, las proteínas y las grasas se dirigen a la musculatura, aumenta la frecuencia cardiaca, la respiratoria y la presión arterial (todas ellas variables que pueden medirse objetivamente con el Biofeedback), facilitando el transporte de oxígeno a las células. Se activa y mejora el funcionamiento de la memoria y se agudizan los sentidos.
Por otro lado, el organismo paraliza o inhibe, aquellos sistemas fisiológicos cuya actividad puede posponerse temporalmente: se paraliza el proceso de digestión, se inhibe la libido, la actividad del sistema inmunitario.
Si la situación estresante dura lo suficiente, se produce una reacción analgésica del dolor de forma que se bloquea la capacidad de percibir sensaciones dolorosas.
¿Qué vemos con el perfil de estrés? lo que obtenemos es la respuesta objetiva del organismo, ante estímulos estresantes y cómo se recupera del estrés provocado.
Podemos observar la respiración, el pulso, la temperatura periférica, la conductancia de la piel (sudoración) y la tensión muscular.
Si nos hacemos conscientes de cómo se comporta nuestro cuerpo ante estímulos estresantes o amenazantes, sean o no reales, y entrenamos la respuesta, conseguiremos sentirnos mejor, aliviar la ansiedad y prevenir dolencias que se generan cuando mantenemos a nuestro organismo estresado.